Curiosidades de la provincia

"¡Ya vienen los tarugos!": el grito que puso apodo a los vecinos de un pueblo de Córdoba

En un rincón de la provincia han hecho un gentilicio de una palabra que en cualquier otro lugar de España sería un insulto

El curioso origen del gentilicio de un pueblo de Córdoba

Diario CÓRDOBA

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Córdoba

Este texto trata de costumbres, aunque la excusa sea que un pueblo de Córdoba haya hecho todo un gentilicio de una palabra que en cualquier otro lugar de España se tomarían como un insulto. Hoy en día lo llevan con orgullo, porque es parte de la historia local. Una historia que empezó con un grito: "¡Ya vienen los tarugos!".

En Los Pedroches el frío aprieta en invierno. Y, en tiempos en los que para calentarse era más común echarle leña al fuego, la madera era un bien preciado en el norte de la provincia. La leña se repartía en camiones y cuando en los pequeños pueblos de la comarca veían aparecer a los repartidores, la gente anunciaba a gritos la llegada de los tarugos. Pero, ¿quiénes eran esos tarugos?

Imagen de leña.

Imagen de leña. / Córdoba

¿Insulto o no?

Los tarugos no eran nadie. Aunque coloquialmente esta palabra se usa como insulto (hombre de mala traza pequeño y gordo, según la Real Academia Española), los vecinos no lo decían con mala fe, sino que se referían a una acepción menos popular de esta palabra. Un tarugo es un trozo de madera, o sea que, cuando en los pueblos del norte de la provincia gritaban que llegaban los tarugos, estaban anunciando que había leña.

Y resulta que quienes se dedicaban al comercio de este bien eran especialmente vecinos de Pozoblanco, por lo que esta palabra tan peculiar vino a identificarlos. Y así ha sido hasta la actualidad. Si bien el gentilicio oficial de este pueblo es pozoalbense, popularmente a los habitantes de esta localidad se les conoce como tarugos. Así es como la costumbre se hizo historia.

Fachada del Ayuntamiento de Pozoblanco en una imagen de archivo.

Fachada del Ayuntamiento de Pozoblanco en una imagen de archivo. / RAFA SÁNCHEZ

De gentilicios y rarezas

No es extraño que los gentilicios, sobre todo aquellos extendidos entre la población y que no llegan a ser oficiales, reflejen el pasado, las costumbres o algún aspecto llamativo de las poblaciones, aunque pocos tienen la peculiaridad de Pozoblanco.

En un rincón de la provincia, por ejemplo, más de 4.000 personas llevan el nombre de un postre. Y en otra localidad, aunque no ha llegado a tanto, llevan por bandera un viejo y extinguido oficio. Literalmente.

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